“La finalidad del Estado es la promoción de la virtud y también la felicidad de los ciudadanos. En ese sentido, la política es la continuación y la culminación de la ética.” Aristóteles
La Carta Democrática
Interamericana aprobada el 11 de septiembre de 2001 por los Estados miembros de
la O.E.A, entre sus resoluciones distingue los elementos esenciales de la
democracia representativa y los componentes fundamentales de su ejercicio. Los
primeros son definidos como: el respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de
derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en
el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el
régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e
independencia de los poderes públicos.
Los segundos se
definen como: la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad,
la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los
derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa, y el respeto al
estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad.
Al hacer una lectura
de los elementos y componentes de la democracia y su ejercicio, que se
desarrollan en sus 28 artículos, podemos llegar a la conclusión inequívoca de
que ese acuerdo ha debido invocarse ya en el caso venezolano porque la gestión
de gobierno desde el año 1999 hasta la actualidad, se ha caracterizado por
discurrir fuera del cauce de la legalidad e incluso de la constitucionalidad y
por el irrespeto a los principios democráticos, que es lo que trata de
preservar ese acuerdo. De esa omisión han sido culpables todos los Estados y
Gobiernos que conforman ese insulso organismo internacional. Dicha carta ha
quedado para su evocación, para el recuerdo, por el temor al efecto boomerang
de su aplicación a los regímenes no democráticos.
Ese comportamiento
pareciera dar la razón a Theodor Adorno cuando nos habla de “la irracionalidad
de la razón ilustrada”. Somos una sociedad que se precia de ser científica y
técnica, de ser profundamente racional, pero sólo en los medios que utilizamos
para obtener tal o cual fin. Es racional ese fin? Se pregunta Adorno, y se
responde:”nuestra sociedad ha llevado por ejemplo al nazismo y al stalinismo.
Fórmulas ambas que no tienen nada de racionales. Los métodos que emplearon si
lo fueron, instrumentos para tener el poder, el dominio, la manipulación de la
gente y de las conciencias. Se trata de métodos racionales pero todos al
servicio de fines profundamente irracionales.
Los mismos fines y
métodos utilizados aquí por los
promotores y ejecutores del socialismo del siglo XXI, sólo que en ellos no
existe “razón ilustrada” sino una ignorancia audaz y rapaz cuyo fin es la
conservación del poder.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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