Sacar conejos de los
sombreros en la empresa inútil de ganar tiempo perdido...
Se desconoce al Poder
Legislativo de frente, sin titubeos, sin ambages, sin excusas, y se le
arrebatan por la fuerza sus atribuciones constitucionales inseparables que le
dan razón de ser. Parecido actuó Alberto Fujimori en el golpe contra el Congreso
de 1992. La enorme, abismal, escandalosa diferencia (política, no ética) es que
Fujimori un par de meses antes había ganado las elecciones, era la fuerza
ascendente, la esperanza de los peruanos, un outsider que derrotaba al sistema
político institucional. En Venezuela es exactamente al revés, lo contrario, las
antípodas. La masiva victoria opositora en diciembre, la sistemática fuga de
respaldo gubernamental desde entonces y el bloqueo de los mecanismos
constitucionales, crean un status en el que la cúpula de poder rechazada, con
apoyo menguante, es un poder de facto. Es un esqueleto sin músculo, con
polifracturas y sin porvenir.
La mayoría de los
peruanos había votado por Fujimori para salir de una situación parecida a la de
hoy en Venezuela, creada por un gobierno de la misma estirpe populista:
hiperinflación, recesión, delincuencia, violencia, control de la calle por
grupos armados irregulares, escasez, corrupción, incompetencia. Aquel solitario
insurge ante eso y luego da el golpe de Estado contra el Parlamento, al que
acusa de boicotear su plan de gobierno. Su argumento es que va enderezar la
situación, cosa que efectivamente hizo, y hoy después de 24 años, los peruanos
le agradecen y están cerca de premiarlo a través de su hija. Realizó una profunda
reforma económica y aplastó a los terroristas de Sendero Luminoso. En cambio el
único punto de apoyo del gobierno venezolano es la capacidad de coacción que
mantiene prestada a un alto costo en materia de concesiones a quienes la
controlan.
Caballos y flautas
En la práctica es una
cesión de poderes formales a quienes manejan la fuerza, a cambio de un tiempo
precario que también derrochan. Si ese tiempo se utilizara como Fujimori,
posiblemente tendría racionalidad, pero es para profundizar los errores y cebar
aún más la bomba de la crisis. Las medidas que anunciaron, lejos de atacar los
problemas, apenas medio atienden los síntomas y preanuncian nuevas medidas, en
peores condiciones, a la vuelta de meses o días. Con las decisiones del TSJ,
disfrutan una apariencia de poder que ante el mundo y el país, por el
contrario, desnudan una temible precariedad. Apelan al viejo expediente
fidelista: actuar como si tuvieran la sartén por el mango. Intentan, como de
costumbre la radicalización, para hacer sucumbir a los ingenuos en un
intercambio de lenguaradas de fuego y propuestas inoperantes. Vuelve el
infantil ¡calle, calle, calle¡ de lamentable recordación.
Otra forma de
ansiedad es declarar salidas ilusorias que colocan el debate en la polarización
política que buscan los que no tienen otra cosa que ofrecer. Caer en el juego
agónico del Gobierno es la peor opción, hacer lo que él espera, una
confrontación sobre "el método" y no sobre medicinas y alimentos.
Cuentan que la ciudad griega de Sibaris (de donde viene el término sibarita)
entró en guerra con la vecina Crotona, cuyos generales conocían muy bien las
costumbres de sus enemigos. En la batalla "atacaron" la caballería
sibarita con música de flautas, en vez de armas, y los caballos abandonaron el
combate y se pusieron a bailar. No hay que actuar por reflejos condicionados.
El Gobierno lo integran unos cuantos señores con flautas, una cúpula aislada,
mientras la enorme mayoría de la dirección del PSUV, desde el principio se
distanció de maniobras que ponen en peligro la existencia del partido.
Gobierno de Unidad
Un grupo de militares
retirados que participaron en el golpe del 4F publicó un documento en el que
llaman a un gobierno de Unidad Nacional, cosa que refleja el sentimiento de
gran mayoría del chavismo que no participa en la cúpula retraída y ojalá ese
grupo cobre fuerza y obtenga apoyo en sus planteamientos. Todas estas
operaciones de birlibirloque, de magia de feria que hace la cúpula, sacar
conejos de los sombreros en la empresa inútil de ganar tiempo perdido para
volverlo a perder, se producen mientras avanza la carreta que chirrea amenazas
estremecedoras. Default de Pdvsa y del Estado en general, crisis humanitaria,
escasez de alimentos, de medicinas. Colas interminables para conseguir escasos
bienes, neurosis colectiva, incubación de odio, colapso de la vida civilizada,
como siempre es el socialismo.
El servicio eléctrico
es una ineluctable amenaza, una variable incontrolable, asociada a la escasez
de agua y a la violencia. Un grupo humano que en cuadro tan complicado, tan
terrible para la ciudadanía, se dedique a hacer jugarretas sin futuro,
malabarismos de feria y profundizar la crisis en vez de buscar apoyo de todas
partes para resolverla, es la mejor manera de definir al gobierno. Mide a quienes
lo integran y cuál es el margen de confianza que merecen. Cuenta Vargas Llosa
en El pez en el agua que en la monumental crisis producida por Alan García
entonces, la sociedad peruana creó un gran movimiento nacional de rechazo a sus
políticas a propósito de la posible intervención de los bancos. En vez de
discutir "el método" para deponerlo, todo el mundo se movilizó a dar
el debate sobre la crisis y sus opciones. El país entero se desplazó hacia ese
movimiento nacional y el Presidente se escogió entre dos de sus expresiones.
Fujimori y Vargas Llosa.
Carlos Raul Hernandez
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
El Universal
Caracas - Venezuela